¿Quién trabaja en el Empire State?

Nueva York, los ocho kilos que me traje y yo. 
Puede que sea la pregunta que nos hacemos todos cuando llegamos a la puerta del Empire State.
Ves a gente trajeada subiendo y bajando y siempre piensas por dentro, ¿quién narices llega a trabajar ahí?

Ashlee, mi mejor amiga y yo, montábamos en bici por el Central Park cuando Amaya, una buena amiga de Madrid, me escribió que uno de sus mejores amigos, Héctor, se dirigía a vivir a Nueva York y que si podía darle mi número para que nos pusiéramos en contacto y pudiéramos entablar una amistad extra-madrileña.

Por supuesto que lo hice, y al rato estabamos Ashlee y yo hablando con él.

Teníamos planeado subir al Empire State para subir a la terraza a ver las vistas ese mismo sábado. Escribí a Héctor sobre nuestras intenciones por si quería acompañarnos y su respuesta simple y llana fue:

Yo trabajo ahí.  


Antes de quedar para subir a su oficina, preferimos quedar él y yo solos para conocernos en un bonito bar de Brooklyn. Él me esperaba sentado con su ordenador, un fondo de plantas, una taza de café monstruosa y su cara bonita. Un chico guapísimo (¡Cómo no!) y además un encanto. 

Se iba a mudar de casa, tenía pensado decorarla y a mí eso se me daba bien así que estuvimos viendo temas de decoración. Un chico con una educación y un gusto admirable. 

Varios días después volvimos a quedar, comimos incluso en su casa en Brooklyn y subimos a la terraza para ver esas magníficas vistas de Manhattan. Ese día solo pudimos descubrir muchas cosas buenas del otro, esas grandísimas aspiraciones. Esas grandísimas ansias de comernos el mundo, esas que a día de hoy seguimos cultivando y teniendo.

Quedamos en el Empire State para visitar sus oficinas. Yo nunca he estado en Google pero puedo jurar que esto se parece mucho a lo que de las oficinas de Google se cuenta.
Un espectáculo.

Dimos un paseo por todas las oficinas e incluso paramos en la cocina a tomar un tentempié. Parecía un supermercado. Sala de masaje, un salón con pingpong, una sala con videojuegos, un cuarto oculto para leer...Y por supuesto, una terraza espectacular.

Puedo asegurar que fue una visita increíble. Sentados los tres junto a dos de sus compañeros en la terraza del Empire discutiendo si era mejor que me casara con Héctor o con Ashlee para quedarme allí.

La realidad es que a partir de ahí, el pasó a ser mi mejor amigo de NYC. Por supuesto Ashlee era mi mejor amiga pero si tuviera uno de cada género serían ellos. Pasamos grandísimos momentos juntos y una amistad de las de verdad. El resto de los meses intentamos quedar todo lo que pudimos y al final incluso me hizo el favor de acogerme dos semanas en su casa.

Actualmente viene cada tres meses a Madrid y tengo la suerte de pasar las nocheviejas a su lado. Grandes nocheviejas y grandes resacas.

Solo puedo decir que gracias por aparecer en mi vida,

Héctor,

Todo fue real. Por Main Stanich.

PD.: sí, Héctor, robé todas las fotos :) jjajajaja

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