La free-box
Sigo sin creerme la mitad de las cosas que allí me ocurrieron pero como todo era tan surrealista, lo de la free box no se iba tanto de madre.
La free-box era una caja de herramientas de plástico enorme, como las del jardín de Leroy Merlín.
Como pasaba tanta gente por esa ONG, todos los objetos perdidos y olvidados daban a parar allí. Solo había una norma: es de quien primero lo coja.
No, no, la verdad es que yo no creo en la magia pero es realmente divertido comprobar cómo todo iba sucediendo y cómo esa caja pasó a ser mi pequeña 'hada madrina' en mi particular cuento de la cenicienta.
El primer día que busqué algo en la free-box fue porque iba a comprarme unos shorts nuevos ya que los míos estaban completamente destrozados y alguien de la ONG me dijo: mira en la free-box por si hubiera unos de tu talla.
Yo pensé en el asco que tenía que dar esa caja con todas las cosas usadas y me sorprendió ver que en realidad estaba todo bastante nuevo y parecía limpio. Sorprendentemente encontré unos shorts vaqueros que justo había dejado una chica que pasaba por allí y me vio con cara de extrañada. 'Me los compré y engordé. A mí ya no me valen'. Estaban nuevos, de mi talla y me quedaban genial. Todavía los conservo.
La segunda vez probé suerte con los cascos del móvil. Me había comprado ya dos pares de cascos para escuchar música y era imposible: cierta otra non-free-box se tragaba los auriculares y los calcetines de esa ONG y no los devolvía.
Acudí a la freebox con idea de encontrar unos auriculares pequeños cuando me topé con unos beats de tamaño aviador. Estaban en perfecto estado, incluso metidos en su funda. Me sorprendió que alguien se hubiera dejado eso ahí, ya que esos mismos costaban 250 euros en la tienda, así que los guardé y pregunté a cada uno de toda la ONG si se les habían caído en algún lado y habían acabado allí. De nadie. Por lo que costaban, el dueño aparecería. Pero mientras podía darles bueno uso.
Nunca en mi vida he tenido unos auriculares de semejante calidad. Espectacular. Nunca nadie los reclamó y hasta hace unos meses que se rompieron, fueron mis auriculares favoritos.
El tema de la free-box se empezó a tomar a cachondeo entre mis compañeros, desde el día en que se me rompieron las botas de obra que las tenía completamente desgastadas.
Con toda la seguridad del mundo dije: no pasa nada, seguro que en la free-box hay unas de mi talla. Era prácticamente imposible que eso pasara...pero aún habiéndolo dicho de coña...ahí estaba yo buscando en la caja. Y efectivamente, sin estrenar, nuevas, con punta de acero y de mi talla, allí estaban esperándome.
La gente se lo empezaba a tomar tanto de coña que me hacía hasta gracia.
'Main le pide a la caja y aparece' 'La caja es el baúl de los secretos de Main' 'Main pídele que nos toque la lotería'...
Muchas veces me decían que pidiera cosas rollo crema solar para ir a la playa...No sé quién narices en esa ONG podía haberse comprado leche solar pero cómo no ahí estaba para mí...
Puede que el día que más surrealista fuera todo con la Free-box fuera el día que me acerqué, me puse muy seria delante de ella y le pedi: UN TRABAJO EN MANHATTAN.
Una semana después ahí estaba. Mis amigos allí flipaban.
Esa free-box fue mi gran amiga durante esta historia...cosas que parecen tan absurdas y se hacen tan esenciales. Y parte de esa magia que tiene NY se encontraba en esa caja.
La última cosa que me dio y no le pedí, fue el día que necesitaba ropa de trabajo y no tenía dinero para ello. Apareció una donación a la ONG de ropa de trabajo en bolsas de plástico y cajas, justo al lado, pegada, y no dentro porque no cabía:
DE LA FREE-BOX.
Esta parte de la historia aparece en: Vestidores en ONGs
Todo son hechos reales. Por Main Stanich.
La free-box era una caja de herramientas de plástico enorme, como las del jardín de Leroy Merlín.
Como pasaba tanta gente por esa ONG, todos los objetos perdidos y olvidados daban a parar allí. Solo había una norma: es de quien primero lo coja.
Debajo de esa diana, estaba la mágica free-box. |
No, no, la verdad es que yo no creo en la magia pero es realmente divertido comprobar cómo todo iba sucediendo y cómo esa caja pasó a ser mi pequeña 'hada madrina' en mi particular cuento de la cenicienta.
El primer día que busqué algo en la free-box fue porque iba a comprarme unos shorts nuevos ya que los míos estaban completamente destrozados y alguien de la ONG me dijo: mira en la free-box por si hubiera unos de tu talla.
Yo pensé en el asco que tenía que dar esa caja con todas las cosas usadas y me sorprendió ver que en realidad estaba todo bastante nuevo y parecía limpio. Sorprendentemente encontré unos shorts vaqueros que justo había dejado una chica que pasaba por allí y me vio con cara de extrañada. 'Me los compré y engordé. A mí ya no me valen'. Estaban nuevos, de mi talla y me quedaban genial. Todavía los conservo.
La segunda vez probé suerte con los cascos del móvil. Me había comprado ya dos pares de cascos para escuchar música y era imposible: cierta otra non-free-box se tragaba los auriculares y los calcetines de esa ONG y no los devolvía.
Acudí a la freebox con idea de encontrar unos auriculares pequeños cuando me topé con unos beats de tamaño aviador. Estaban en perfecto estado, incluso metidos en su funda. Me sorprendió que alguien se hubiera dejado eso ahí, ya que esos mismos costaban 250 euros en la tienda, así que los guardé y pregunté a cada uno de toda la ONG si se les habían caído en algún lado y habían acabado allí. De nadie. Por lo que costaban, el dueño aparecería. Pero mientras podía darles bueno uso.
Nunca en mi vida he tenido unos auriculares de semejante calidad. Espectacular. Nunca nadie los reclamó y hasta hace unos meses que se rompieron, fueron mis auriculares favoritos.
El tema de la free-box se empezó a tomar a cachondeo entre mis compañeros, desde el día en que se me rompieron las botas de obra que las tenía completamente desgastadas.
Con toda la seguridad del mundo dije: no pasa nada, seguro que en la free-box hay unas de mi talla. Era prácticamente imposible que eso pasara...pero aún habiéndolo dicho de coña...ahí estaba yo buscando en la caja. Y efectivamente, sin estrenar, nuevas, con punta de acero y de mi talla, allí estaban esperándome.
La gente se lo empezaba a tomar tanto de coña que me hacía hasta gracia.
'Main le pide a la caja y aparece' 'La caja es el baúl de los secretos de Main' 'Main pídele que nos toque la lotería'...
Muchas veces me decían que pidiera cosas rollo crema solar para ir a la playa...No sé quién narices en esa ONG podía haberse comprado leche solar pero cómo no ahí estaba para mí...
Puede que el día que más surrealista fuera todo con la Free-box fuera el día que me acerqué, me puse muy seria delante de ella y le pedi: UN TRABAJO EN MANHATTAN.
Una semana después ahí estaba. Mis amigos allí flipaban.
Esa free-box fue mi gran amiga durante esta historia...cosas que parecen tan absurdas y se hacen tan esenciales. Y parte de esa magia que tiene NY se encontraba en esa caja.
La última cosa que me dio y no le pedí, fue el día que necesitaba ropa de trabajo y no tenía dinero para ello. Apareció una donación a la ONG de ropa de trabajo en bolsas de plástico y cajas, justo al lado, pegada, y no dentro porque no cabía:
DE LA FREE-BOX.
Esta parte de la historia aparece en: Vestidores en ONGs
Todo son hechos reales. Por Main Stanich.
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